Bien, esta es una Historia antigua. Cuyo protagonista, está insipirado en el gran GEORGE HARRISON <3 , espero & sea de tu agrado ;)
lunes, 30 de abril de 2012
2 : "El día en que nuestros ojos se cruzaron"
A la mañana siguiente el olor a chocolate recién preparado me despertó y me condujo a la cocina, ahí estaba Imelda, con ese misterioso chiquillo, el se puso de pie
-Imelda, ¿me perdonas por lo de ayer? yo... no ... soy así- dije temerosa
-No se preocupe señorita- dijo sonriendo
-¿Les molesta si me quedo?
-Yo ya tengo que irme, mamá Imelda, la veo por la tarde... que tenga buen día señorita - dijo cabizbajo
Pero, por algunos segundos, el alzó la mirada, y ese fue el día en que nuestros ojos se cruzaron, cuando abandonó la pieza e Imelda me sirvió una taza de espumeante chocolate hice una pregunta, incómoda hasta cierto punto
-¿Quién es el?
-Julio, mi nieto. ¿Por qué la pregunta?
Julio, Julio era su nombre, me sonreí
-Es un bonito nombre
-Mi muchacho es tan trabajador, mi única compañía desde que mi marido murió, Julio tenía 12 años
-¿Y ahora cuantos tiene?- pregunté curiosa
-diesiseis, bien cumplidos
-Ah.... cuentame más
-¿De Julio?
-De Julio, de todos, quiero saberlo todo
-Mejor desayune y ya no sea tan curiosa- dijo Imelda divertida
-Mejor hablame de tu, no estoy vieja
-Ay niña.... mejor cuenteme, digo, cuentame ¿Cómo es la ciudad?
-Bonita, pero no más que aquí
-Veo que ya se están familiarizando- dijo mi padre sonriente
-Si, Imelda es una buena mujer- contesté
-Imelda, manda que ensillen a Appaloossa, hace años que no monto
-Ahora llamo a Julio
Después de unos minutos, ahí estaba de nuevo, sus ojos tan enigmáticos, tan poderosos, me tenían en un estado de trance, y así estuve hasta que todo mundo corrió afuera, el caballo había tirado a mi padre
-Creo que ya no se montar- dijo avergonzado
-Señor, la culpa ha sido mía- dijo Julio alarmado
-No fue tu culpa- exclamé
El volvió a mirarme, todo parecía que había pensado en voz alta, lo único que pude hacer fue correr hacia mi habitación, aunque después del incidente reuní el valor suficiente para hablar con el
-¿Julio?-dije aterrada
-Dígame Señorita Luisa
Noté cierto sonrojo en su rostro
-¿Me enseñas a montar?
-¿Eres dueña de todo esto y no sabes montar?
-¿Tan rápido me tuteas?
-Disculpe
-No, no te preocupes, y pues. yo toda mi vida he vivido en la ciudad
-Yo con mucho gusto le enseño señorita
-Luisa.... sólo dime Luisa
No se si lo hizo porque no me cayera, no lo sé, pero hizo un gesto muy hermoso
-Si quieres toma mi mano, para que no te de miedo
Y me regaló su primera sonrisa, tan sincera.... Tan hermosa
y cabalgamos toda la tarde, me gustaba su compañía
-Hay un lugar que se que te gustaría
-¿Ah sí? ¿Y por qué no me llevas?
- porue ya es tarde y tenemos que regresar
-¿Mañana? - dije coqueta
-Mañana- dijo guiñandome el ojo
Cuando regresamos a la hacienda me duché y me asomé un momento al balcón, ahí estaba Julio, le sonreí y entonces el se fue, yo me metí a la cama con tan solo algo en mi mente:
La mirada de Julio Santana
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