lunes, 30 de abril de 2012

2 : "El día en que nuestros ojos se cruzaron"









A la mañana siguiente el olor a chocolate recién preparado me despertó y me condujo a la cocina, ahí estaba Imelda, con ese misterioso chiquillo, el se puso de pie








-Imelda, ¿me perdonas por lo de ayer? yo... no ... soy así- dije temerosa


-No se preocupe señorita- dijo sonriendo


-¿Les molesta si me quedo?


-Yo ya tengo que irme, mamá Imelda, la veo por la tarde... que tenga buen día señorita - dijo cabizbajo












Pero, por algunos segundos, el alzó la mirada, y ese fue el día en que nuestros ojos se cruzaron, cuando abandonó la pieza e Imelda me sirvió una taza de espumeante chocolate hice una pregunta, incómoda hasta cierto punto










-¿Quién es el?


-Julio, mi nieto. ¿Por qué la pregunta?










Julio, Julio era su nombre, me sonreí










-Es un bonito nombre


-Mi muchacho es tan trabajador, mi única compañía desde que mi marido murió, Julio tenía 12 años


-¿Y ahora cuantos tiene?- pregunté curiosa


-diesiseis, bien cumplidos


-Ah.... cuentame más


-¿De Julio?


-De Julio, de todos, quiero saberlo todo


-Mejor desayune y ya no sea tan curiosa- dijo Imelda divertida


-Mejor hablame de tu, no estoy vieja


-Ay niña.... mejor cuenteme, digo, cuentame ¿Cómo es la ciudad?


-Bonita, pero no más que aquí
















-Veo que ya se están familiarizando- dijo mi padre sonriente


-Si, Imelda es una buena mujer- contesté


-Imelda, manda que ensillen a Appaloossa, hace años que no monto


-Ahora llamo a Julio
















Después de unos minutos, ahí estaba de nuevo, sus ojos tan enigmáticos, tan poderosos, me tenían en un estado de trance, y así estuve hasta que todo mundo corrió afuera, el caballo había tirado a mi padre


















-Creo que ya no se montar- dijo avergonzado


-Señor, la culpa ha sido mía- dijo Julio alarmado


-No fue tu culpa- exclamé
















El volvió a mirarme, todo parecía que había pensado en voz alta, lo único que pude hacer fue correr hacia mi habitación, aunque después del incidente reuní el valor suficiente para hablar con el














-¿Julio?-dije aterrada


-Dígame Señorita Luisa










Noté cierto sonrojo en su rostro








-¿Me enseñas a montar?


-¿Eres dueña de todo esto y no sabes montar?


-¿Tan rápido me tuteas?


-Disculpe


-No, no te preocupes, y pues. yo toda mi vida he vivido en la ciudad


-Yo con mucho gusto le enseño señorita


-Luisa.... sólo dime Luisa












No se si lo hizo porque no me cayera, no lo sé, pero hizo un gesto muy hermoso










-Si quieres toma mi mano, para que no te de miedo






Y me regaló su primera sonrisa, tan sincera.... Tan hermosa
y cabalgamos toda la tarde, me gustaba su compañía












-Hay un lugar que se que te gustaría


-¿Ah sí? ¿Y por qué no me llevas?


- porue ya es tarde y tenemos que regresar


-¿Mañana? - dije coqueta


-Mañana- dijo guiñandome el ojo














Cuando regresamos a la hacienda me duché y me asomé un momento al balcón, ahí estaba Julio, le sonreí y entonces el se fue, yo me metí a la cama con tan solo algo en mi mente:



La mirada de Julio Santana

1: " Seguramente lo más aburrido de mi vida"







-Seguramente será lo más aburrido de mi vida- dije entre risas a mis amigas antes de despedirnos a la puerta del prestigiado colegio de señoritas , el chófer me aguardaba impaciente








-¿Nos mandarás una postal?. Dudo que exista el correo - dijo Sandra








-Te vas a volver loca en ese lugar, yo lo se - Aseguró Ruth








-No se, solo hago esto por mi padre, desde que mi madre... bueno ya saben esa historia, el nunca regresó ahí, bueno, tengo que irme, las veré dentro de tres meses




















Subí al coche, estaba... ¿NERVIOSA? , No lo creo, talvez sería que extrañaría la vida en la ciudad, o a Gastón mi novio, y posiblemente el hombre con quien compartiría mi vida, su familia, los Goldbach, amigos y socios de la familia de mi padre por generaciones eran a los que más les hacía feliz que yo estuviera con el
























-Luisa, ve a cambiarte, que ya nos vamos a veracruz - dijo sonriendo mi padre, Jorge  Orendaín
-¿Qué? dijiste que saldríamos mañana








-Si, pero ya cambió de opinión- dijo sonriendo mi tía Esperanza , ella era la única madre que yo había conocido, pues era la esposa de mi padre








-Bueno, ¿Subirán al coche o se quedarán platicando todo el día? - dijo mi padre algo desesperado
























Subimos al coche y emprendimos el viaje desde la ciudad de México hasta San Andrés Tuxtla, Veracruz, era Marzo de 1919 , fuimos charlando, riendo.
En ese año había cumplido 15 años, y claro, como toda señorita de sociedad, tuve una gran fiesta, con muchos invitados, a los cuales, casi no conocía, y ahora, pasaría 3 meses de mi vida en una hacienda alejada de todo .
Llegamos al atardecer, y casi todos los trabajadores fueron a recibirnos, llegó corriendo un chico alto, delgado, de piel apiñonada, cabello negro, y los ojos más hermosos que yo hubiera visto en mi vida, con una mirada tan fría, pero a la vez tan cálida , un hombre, le regañó, cosa que a mí me causó bastante gracia , Mi tía me miró fijamente y entramos
































-Pero no ha cambiado en nada, parece que el tiempo se hubiera detenido








-Pues la verdad, como es la primera vez que vengo aquí- Dije aburrida








-Se equivoca señorita Luisa, usted creció aquí. Yo la cuidaba- dijo sonriendo una señora regordeta, de unos 60 años, yo como niña "Mimada" la miré con desprecio y me limité a decir








-Vaya, ¿Aquí se toman la libertad de meterse en las conversaciones ajenas?








-Disculpe. yo...








-No te disculpes Imelda y tu Ana Luisa, retírate a tu habitación - dijo mi padre muy irritado








-Pero solo...






-Anda, obedece a tu padre - dijo dulcemente mi tía








-Ni siquiera sé cual es mi habitación








-Es.. la que era de tu madre, la que da a los sembradíos- suspiró mi padre con cierto tono de nostálgia




















Subí las escaleras y caminé hacia allá, mi habitación, era preciosa , una gran cama, un espejo altísimo y un balcón que daba al patio central de la hacienda "Ángeles" , llamada así en honor a mi abuela , donde al atardecer el sol se perdía entre la tierra.
Estaba arrepentida por haber sido tan grosera con Imelda, le pediría una disculpa, pero mientras, seguiría contemplando el paisaje nocturno, de pronto, sentí una mirada, busqué por todos lados, hasta que vi que el chico del que me burlé  se alejaba a caballo, y lo seguí con la mirada , hasta que se perdió en las sombras de la noche


























































¿Que tal? Soy Marie y como dije antes, me inspiré en George para escribir esto, espero y sea de su agrado. Peace! :)

Heey! bienvenidos a esta historia, inspirada en alguien que me hubiera encantado conocer, George Harrison <3